domingo, 20 de octubre de 2013

LA PACIENCIA

Paciencia:

Actualmente, nuestras vidas se desarrollan a un ritmo acelerado. A tal punto que todo pasa por hacer y llegar con prisa, también para resolver nuestros asuntos personales y del trabajo, surgiendo muchas veces roces con personas que a lo mejor pudiéramos evitar.
 Lo que ocurre es que todo lo que queremos tiene que ser “ya”, ocasionando que nuestra vida cotidiana no tenga sensatez y uno sea menos amable hacia los demás. Tal es así, que todos estamos inmersos en una época denominada “prisa”. Aquí debemos detenernos y pensar un poco sobre el valor de la paciencia, ya que sino nos sentiremos cada vez más molestos con esa carrera que llevamos, y que es nuestra propia vida, y que es única.
Por lo tanto, podemos definir a la paciencia como el valor que nos hace como personas: tolerar, comprender, padecer y soportar los contratiempos y las advertencias con fortaleza y por ende sin lamentos; esto es posible porque uno aprende a actuar acorde a cada circunstancia, moderando las palabras y la conducta en esos momentos.




AMIGOS


¿Cuándo fue que empezamos a ser amigos?...

No lo sé...
No te parece gracioso que con tu pareja siempre quieres llevar la cuenta, recordar el día y el momento exacto en que se conocieron: cuándo empezaron su relación, a que hora, en dónde?
Con tu pareja celebras aniversarios... y con los amigos es algo que realmente sobra, no importa el  momento exacto, la hora, el día en que los conoces,
solo importa que a través de esos años, meses y días vas construyendo momentos inolvidables...
Con el presente construyes las anécdotas del ayer, recuerdas tal o cual fecha por sucesos importantes pasados a su lado, pero no tienes la presión de recordar que en un día exacto fue que empezaste a ser amigo de alguien...es más, tal vez al principio te caía mal, o no pensaste que algún día podrías llevarte bien conmigo, con la persona que hoy es tu gran amigo.
Piensa en todo ello, y bueno, no importa si lo conoces de hace diez, veinte, cinco años o unos  cuantos meses... lo importante es que en algún momento del tiempo se dio el milagro de la amistad, que a través de ese mismo tiempo se ha ido construyendo la confianza, el respeto, la tolerancia, el cariño...¡Cuantos años cuesta el construirlos y que pronto se pueden perder!


AMIGOS DEL CORAZON
Amigo,dame un abrazo te pido
que no está todo perdido
se viene un mundo mejor.

Amigo, hay que seguir el camino
para llegar al destino
no hay que soltar el timón
contra el viento y marea, amigo
contra todo lo que sea, amigo
amigos del corazón.

Quiero que cuentes conmigo
a dónde vayas te sigo
nosotros somos amigos
amigos del corazón.

Y si tienes un problema
si algo te llena de pena
siempre estarán tus amigos

amigos del corazón.
Para ayudar a que te sientas mejor
para poder dejar atrás el dolor
porque en las buenas y en las malas yo estoy.

Amigo, dame un abrazo te pido
que no está todo perdido
se viene un mundo mejor.

Amigo, hay que seguir el camino
para llegar al destino
no hay que soltar el timón

Amigo, dame un abrazo te pido
que no está todo perdido
se viene un mundo mejor.

Amigo, hay que seguir el camino
para llegar al destino
no hay que soltar el timón.

Amigo, dame un abrazo te pido
que no está todo perdido
se viene un mundo mejor.

Amigo, hay que seguir el camino
para llegar al destino
no hay que soltar el timón.

Contra el viento y marea, amigo
contra todo lo que sea, amigo
amigos del corazón.

Cuanto sobre el valor del aprendizaje


Existía en el antiguo Japón, en una pequeña aldea, un maestro en el tallado del jade.
Su maestría era tal que recibía encargados desde todas partes del imperio.

También vivía en esa aldea un joven que no sabía qué hacer con su vida. Ya había alcanzado la edad adulta, por lo que debía iniciarse como aprendiz de algún maestro.

Después de darle muchas vueltas y viendo que el maestro de jade comenzaba a envejecer, supuso que no le importaría tener un aprendiz para poder enseñarle todo lo que sabía sobre el Jade.

El anciano aceptó gustoso la oferta, pues sabía que su maestría no detendría el paso del tiempo y quería segurar el paso de sus conocimientos a las generaciones futuras.

Al día siguiente, lleno de excitación y de deseos de aprender, el joven llegó a la casa del anciano. Éste le hizo pasar, le sentó en un sillón, colocó una piedra entre sus manos y comenzó a hablarle del nacimiento de los tiempos, de Izanami e Izanagui, la creación del mundo y el surgir de los primeros hombres. Tanto estuvo hablando que el día pasó sin que pudiera quedar tiempo para hablar de nada relacionado con el jade.

Al día siguiente, de igual forma, el anciano colocó otra piedra en las manos del aprendiz y comenzó a hablar de las primeras guerras, la escisión del imperio, las caídas y subidas de shogunes al poder.
El joven, viendo que sucedería lo mismo del día anterior (es decir, que tampoco aprendería nada sobre el jade), estuvo tentado a preguntar, pero no quería parecer descortés.

Y, como se temía, pasó el día sin que hubiera aprendido nada o, al menos, nada sobre el jade.

Llegó el tercer día y hablaron de los cultivos. El cuarto día, de las aves migratorias. El quinto día, de la geografía; el sexto, de las pasiones que enloquecen a los hombres...

Y así fueron pasando las semanas, siempre con el mismo ritual, él entraba a la casa del anciano, recibía una piedra entre sus manos y comenzaban a hablar de diversos temas, pero nunca sobre el jade.

No puede ser, pensaba por las noches el aprendiz, estoy desperdicienado mi tiempo sin aprender ningún oficio. Pero aún así, era tal el respeto que el maestro infundía que decidió esperar un poco más.

Sin embargo pasaron cinco meses y nada... Recibía la piedra y hablaban del cielo, de las nubes, de la bella, del arte del fudo, de la belleza de los jardines en las distintas estaciones..., de todo, menos de jade.

Esa misma noche, en su casa, el aprendiz tomó una decisión, abandonaría al maestro, no le enseñaba nada, le hacía perder el tiempo y él necesitaba ganarse la vida. Por la mañana, más calmado, pensó que no le abandonaría (pues se había portado siempre muy bien con él), pero, al menos, le haría saber sus pensamientos y, si el maestro no quería enseñarle nada sobre el jade, buscaría otro oficio.

Al verle llegar tan nervioso, el maestro intuyó algo, por lo que le hizo pasar y le sentó en un sillón.
-Maestro, llevo cinco meses viniendo a su encuentro. Cuando vine, le dije que quería aprender su arte, sin embargo usted me ha hablado de hombre y mujeres, de arte, de la creación del mundo y el poder de los dioses, de la naturaleza y los pájaros, pero nunca me ha enseñado nada sobre aquello que yo quería aprender.

El maestro sonrió y, volviendo al ritual que hacían a diario, se dirigió a su mesita y cogió una de las piedras que guardaba en un cajón. Tomó la mano del aprendiz y la posó suavemente en sus manos.
Pero entonces, el aprendiz apartó la mano con cara de asco, como si en lugar de una piedra fuera una serpiente venenosa que le hubiera mordido, y dijo en voz alta: ¡Maestro, eso no es jade!